HORIZONTES PLURALES

Mis artículos sobre temas Antropológicos, Educativo-Culturales y de Realidad Nacional, Latinoamericana y Mundial

Nombre: Ranulfo Cavero
Ubicación: Ayacucho, Peru

Profesor Principal de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga - Ayacucho

lunes, enero 12, 2009

LA CULTURA/ANTICULTURA DE LA PENDEJADA

LA CULTURA/ANTICULTURA DE LA PENDEJADA*

RANULFO CAVERO CARRASCO

Si fuese real la “gestión” de Presidentes, funcionarios, y algunos representantes de organizaciones civiles, Ayacucho estaría saturado/invadido de millones de dólares del Banco Mundial, del BID y en general de la Cooperación Internacional. Esta es la afirmación que continuamente escuchamos en entrevistas radiales, televisivas, pero que lamentablemente pareciera que sólo existe en la cabeza de quienes lo dicen demagógicamente y como una salida criolla y pendeja a su inoperancia, a su inacción y a la falta de trabajo a favor de su pueblo. ¿Qué gestiones se han hecho para traer estos dólares?, ¿dónde se encuentran?, ¿en qué se están invirtiendo o se invertirán? Nadie lo sabe, creo que ni ellos mismos. Igualmente, sobre las inversiones y compras que se hacen: ¿en qué página Web se pueden encontrar los informes pormenorizados?, ¿dónde la ciudadanía puede averiguar estos gastos y calcular las “comisiones”? En Ayacucho estamos, en transparencia, peor que antes.

Lo señalado, así como otras formas de actuación “en la vida cotidiana” de muchos políticos y personajes, es parte de la cultura/anticultura de la pendejada que desdice los niveles éticos que debe tener la acción política y social (en los términos de Imanuel Kant) que debe ser franca, sincera, respetuosa, humana. Esta cultura/anticultura es el “arte” de poner la “cara dura”, de evadir, mentir, engañar, de “muñequear” deliberadamente para tapar errores o inoperancias propias y ajenas, y engatusar a los ciudadanos creyéndolos subnormales y “cojudos” (y esto último a propósito del título del libro de Sofocleto). Esta cultura/anticultura malsana ha prostituido la política, convirtiéndola en sinónimo de negociado, de prebenda, de mentira, de viveza criolla. Los pendejos trascienden espacios, tiempos, ocupaciones, géneros, edades, clases, etc.: los hay Presidentes, Congresistas, policías, curas, profesores, abogados, etc.

Esta “cultura” desprecia a la población, cree que los ciudadanos de a pie son unos imbéciles, subdesarrollados mentales, que no se dan cuenta de lo que hacen y dicen, que hay que engañarlos y sacar ventajas subalternas y mezquinas. Piensan que los ciudadanos no tienen capacidad de manejar ninguna lógica, ni un ápice de racionalidad. Hace poco escuchamos una entrevista radial a un funcionario, quien ante la pregunta que en cierto lugar se estaría cobrando ilegalmente por aprobar/ejecutar un proyecto, la respuesta tuvo dos partes totalmente contradictorias y pendejas, dijo: a) “ojalá que no sea cierto”, en un tono y actitud de desconocimiento del asunto. Inmediatamente, ante la evidencia y documentación que la periodista dijo tener, y que el pretendido cobro sería de 1,500 nuevos soles, se da otra respuesta pendeja, b) “se está investigando” (con toda conchudez, desfachatez y suelto de huesos). ¿Cómo se está investigando si se desconocía del asunto? Incongruencia, falsedad, es decir, PENDEJADA. Y los periodistas y entrevistadores ¿se dieron cuenta de la pendejada o no? Sugerimos a los periodistas, sobre todo en esos casos, que sean más acuciosos, más sabidos para preguntar/repreguntar a todos sus entrevistados (aquí sí, una “pendejada contra otra pendejada para que no pase la viveza y así impedir que se pendejee a la población” –si me permiten la conjugación-).

Mas, en los últimos años, y como parte de la competencia desleal del neoliberalismo, el surgimiento y progreso (“el tener éxito”) de una persona es atropellando y “matando” al otro. Tendiéndole una trampa, una celada, haciéndolo caer, “serruchándole el piso” (otras veces sobándolo como Felpudini), atacándole. No es por esfuerzo ni mérito propio. El antropólogo George M. Foster adelantó una teoría de la “Imagen del Bien Limitado” que en parte explicaría la conducta “arribista” y del pendejo. Estas culturas están fuertemente arraigadas en la conciencia colectiva peruana y ayacuchana, que si seguimos así terminaremos como caníbales devorándonos entre nosotros, olvidándonos del “Estado de bienestar” aludido por Hobbes.

Hay pues la necesidad de recuperar la convivencia democrática, la “decencia” en el actuar público, discrepar con respeto por el contrincante e incluso con el amigo, siempre pensando en construir antes que en destruir. La cultura de la pendejada debe ser proscrita, más aún de la agenda de los políticos, de los funcionarios y de quienes dirigen las organizaciones de la sociedad civil. La población merece ser respetada.