HORIZONTES PLURALES

Mis artículos sobre temas Antropológicos, Educativo-Culturales y de Realidad Nacional, Latinoamericana y Mundial

Nombre: Ranulfo Cavero
Ubicación: Ayacucho, Peru

Profesor Principal de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga - Ayacucho

jueves, marzo 26, 2009

LO VISIBLE Y LO INVISIBLE EN LAS "COMPARSAS RURALES"

LO VISIBLE Y LO INVISIBLE EN LAS “COMPARSAS RURALES”

Ranulfo Cavero*

Añañallaw warakalla
Añañallaw chicutilla
Aysaypaqñam aysallawachkan
Chutaypaqñam chutallawachkan
Yanqam mamay kachallawanki
Yanqam taytay kachallawanki
Plaza de toros (o Estadio) pampallataqa
Manallaraqpas yaykuykuchkaptiy
Warakachanwan qapirqullawan
Chikutichanwan qapirqullawan.
(Carnaval de la Comunidad de Chakarí)

LAS COMPARSAS CAMPESINAS

El domingo 15 de febrero asistimos entusiasmados a la fase final del concurso de “comparsas rurales” realizado en el Estadio Ciudad de “Las Américas” del populoso distrito de San Juan Bautista, lo que nos motivó escribir el presente artículo. Se levantaron dos estrados - con carpas de la “cerveza Cristal”- en los extremos norte y sur, para que en forma paralela y para ganar tiempo discurra el concurso carnavalesco. Fuera del espacio del concurso pero dentro del Estadio se vendían comida, licores, canchitas y helados. Aproximadamente asistieron unos dos mil espectadores, desde las 2.30 hasta las 6.30 p.m.

Existen en los carnavales una serie de elementos subyacentes, que a vista de muchos “observadores” pasan desapercibidos. Hace años las “comparsas” campesinas, tres semanas antes de los carnavales, paseaban en la ciudad de Huamanga imponentes dirigiéndose al lugar de los concursos organizados. Se trataba de “comparsas” provenientes de las comunidades campesinas, o sus miembros ya vivían como migrantes en las periferias de la ciudad (como los integrantes de la comparsa “Hijos Valientes de Chakarí” de Concepción). Sus integrantes danzaban por las calles coloniales de Huamanga con indumentarias, instrumentos, canciones y bailes típicos del campo, aparentemente desordenados y “sin ton ni son” para los oídos mestizos. Se “apoderaban” de la ciudad desplazando a los citadinos, que se “refugiaban” en sus casas o solían espectar de lejos y con cierto recelo a estos “invasores”, pensando que ya les tocaría su turno después. Estos últimos años, a estas comparsas (de Kulluchaka, Socos, Pacaicasa, Quinua, Vischongo, Anco, etc., que llevan sugestivos nombres como “Centro Cultural de…”, “Asociación Musical de…”) se les ve un tanto escurridizos pasando por las partes periféricas de la ciudad en pequeños grupos de dos o cuatro o yendo en camiones -sin cantar ni bailar- directamente a los Estadios donde se realizan los concursos, como sintiendo la exclusión del que son objeto por parte de los citadinos huamanguinos.

Este hecho se corrobora cuando en los cuatro días centrales de los carnavales (sábado a martes) virtualmente no permiten, los demócratas organizadores de los concursos, que las “comparsas rurales” paseen en el centro monumental de Huamanga; mientras que los citadinos mestizos recuperan la ciudad y desplazan a los “invasores”, quienes se “refugian” en la periferia de la ciudad y en las comunidades para seguir participando en otros concursos. Salvo el esporádico “desfile” que realizan en la Plaza Mayor detrás de las autoridades militares, quienes los estarían “recuperando” y “ordenando” (canalizando) bajo los cánones de los rituales dominicales como un espectáculo para ver y tomar fotos.



LA REAFIRMACIÓN DE MUCHAS IDENTIDADES.

Entendemos por identidad un concepto que expresa predominancia de unidad, de cohesión, de integración; es lo similar que origina, a su vez, uniformidad de pertenencia y de acción. Es uno de los nombres del reconocimiento (plural) comunitario (cultural). La identidad se refiere al conjunto de las dimensiones más estables de una comunidad. Ella, sin embargo, no anula la diversidad, la heterogeneidad.

Encontramos en las “comparsas rurales” (conformadas mayormente por jóvenes de ambos sexos que visten con colores vivos y variados, y llevan adelante generalmente cruces además de frutas, rosquitas y choclos como killis o sueltos y continuamente beben chicha y tragos destilados) muchas identidades que están en juego:

a. La reafirmación de la identidad del “macho”, del varón, traducida en tres hechos que explicamos sin justificarlos: primero, cuando el papel protagónico lo asumen los varones (ofician de delegados, van de capitanes, tienen los mejores atuendos y adornos con espejos, constituyen el núcleo central de las competencias, tocan instrumentos). Segundo, cuando propician escenas donde resaltan su fortaleza física, la valentía, el “aguantar el dolor”, la resistencia en los cequllunakuy cuando se tiran con waraka (confeccionada del cuero de vaca) en las pantorrillas, en las bruscas caídas en los lucheos y pulseos. En algunas comparsas, las mujeres cantan y bailan alrededor de los warakeros, su rol es separarlos cuando los golpes son demasiado fuertes, y, luego, en casa curan a sus heridos. Así, en este segundo hecho, hay demostración de virilidad y de reafirmación de la autoridad masculina y del machismo, a pesar que también algunas mujeres participan en estas competencias de fuerza y demostración de valentía. Tercero, en algunas “comparsas” el grupo de varones va delante de las mujeres bailando con mucha prosa, en una falta de cortesía “occidental” de “primero las damas”.


b. El afianzamiento de la identidad andina, de los que “vienen” de las comunidades campesinas y villorrios rurales. Sin que medie “diálogo”, “permiso”, “autorización”, imponen su presencia cetrina en los Estadios mestizos de Ayacucho, revitalizando el quechua, la música y la danza como signos de identidad andina. Simbólicamente dicen: “aquí estamos”, “no pueden ignorarnos”, “somos dos mundos juntos, pero diferentes”.
c. La reafirmación de la identidad comunal. El mundo andino, además de buscar fortalecer su identidad, pugna por afianzar su propia identidad comunal. Así, a través de las festividades patronales y los carnavales se traducen toda la potencialidad de las relaciones de cohesión y solidaridad comunal. Se trata de “comparsas” provenientes de distintos pisos ecológicos (sallqa y quechua) y de diversas comunidades que tienen particularidades en su desarrollo histórico y pugnan por tener su propia cohesión y unidad. Buscan presencia y reconocimiento social. El momento cumbre llega cuando en sus propias comunidades “concursan para ganar”, se golpean con warakas entonando las letras de una canción que “vino” junto con ellos desde su comunidad de origen.
La competencia, es una forma de resolver las angustias y mostrar capacidades y cualidades. En la sociedad andina se practica en toda ocasión porque es un medio de lograr prestigio y ascenso social de una familia, de un ayllu, de una comunidad, de una etnía.

Los signos intrínsecos de identidad comunal son la estatura de los componentes de la “comparsa” (los campesinos de los bajíos del valle de Huanta son manifiestamente menudos), el color (los campesinos de Concepción y Pampa Cangallo son blancos y colorados), la vestimenta (algunos colores son subidos de tono, otros como los de Quinua emplean colores más tenues), determinados instrumentos (bombos y tambores en Quinua), y la presentación de cuadros costumbristas con determinadas simbolizaciones (mina de sal de Atacocha) y el barbecho con chakitaklla. Pero también llevan signos extrínsecos de identidad que los hace diferentes del resto: por ejemplo capas con inscripciones identitarias, el camélido llama o un cordero que los acompaña, etc. De esta forma las comunidades campesinas revitalizan sus relaciones de cohesión intraétnica e intracomunal al compás de la música y del baile. El 15 de febrero último, algunas comunidades se identificaron vistiendo casacas jean o llevando cabezas de venado como gorros y parte de su disfraz, dándose la mano lo tradicional y lo modero. No faltaron quienes teatralizaron la guerra interna que vivieron.

También podemos percibir la reafirmación de identidades y cohesiones intercomunales (varias comunidades), por ejemplo en el concurso hípico que organizaban los umarinos en Leonpampa (ciudad de Ayacucho) el martes carnaval, ahí mismo donde ahora está el Estadio “Ciudad de las Américas”.

d. El afianzamiento de la identidad familiar que cubre como un manto y es la columna vertebral del resto de identidades. En los Andes, la familia extensa tiene una importancia fundamental, de ahí que las redes sociales sean amplias. En algunos casos éstas se extienden extracomunalmente. Esta es una de las explicaciones por qué entre los campesinos andinos se puede encontrar menos individualismo y más solidaridad social y colaboración mutua.

Este fenómeno que es estructural se refleja en toda acción social incluyendo las “comparsas” campesinas en la ciudad de Ayacucho. Notamos que ellas se forman sobre la base de una o dos familias ampliadas de una comunidad. Vemos en otros casos a mamás que bailan y danzan con bebés tiernos en la espalda.

Los ensayos se llevan a cabo en la casa de una de estas familias ampliadas o en locales alquilados exprofesamente con este fin. De una sola unidad doméstica participan muchas personas, todas ellas hermanadas por lazos de familiaridad.
La participación activa de los niños en las “comparsas” es otro rasgo del especial rol que le asignan a éstos en la cultura andina.

* Antropólogo y educador de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Huamanga. E-mail: rcavero28@gmail.com